El diccionario define la navegación marítima como la ciencia pero, también el arte de pilotear eficazmente y con responsabilidad un navío, desde que zarpa del puerto de salida hasta que llega al de arribo. Para ello se requieren conocimientos científicos (matemática, física, cartografía, oceanografía, astronomía, etc.) y artísticos por la habilidad que debe poseer el timonel al esquivar los peligros de la ruta.
Una nave puede ser de guerra, mercante, recreativa o deportiva e impulsada por distintos medios: remo, vela o motor. Entre ellas tenemos el yate, un barco destinado a actividades placenteras. No le es permitido transportar mercancía o pasajeros ni realizar pesca comercial.
Los títulos náuticos: patrón de pilotaje básico, de embarcación de recreo, capitán o jefe de yate y más, demandan la ejecución de prácticas de navegación. Éstas son, básicamente, de dos tipos: en la dársena (anclado o haciendo maniobras) o en alta mar.
El curso comienza explicando a los estudiantes las formas de embarcar y las operaciones de amarre y desamarre. Se les enseña situación y uso de los elementos de seguridad. La correcta utilización del chaleco salvavidas es vital a la hora de tener que abandonar la nave, en caso de un accidente marítimo serio.
Igualmente es imprescindible que todos a bordo aprendan a hacer una llamada de emergencia y a quien dirigirse a través de la radio, si algo acontece al técnico de comunicaciones. El manejo de los productos pirotécnicos (ej.: luces de bengala) para enviar señales a otros barcos o aviones y de los extintores de fuego.
Se les instruye sobre la operación de las bombas de achique y cierre de las escotillas impidiendo la entrada del agua. Asimismo, componentes que podrían fallar del motor y acciones correctivas posibles. Así como, maneras de conectar las baterías o los generadores de emergencia. Al finalizar, los alumnos estarán listos para seguir con las clases, ya en movimiento.